Se llama, por el nombre que aparece en su registro civil, y que usó en su profesión de lustrabotas, María Amparo Amaya Alarcón. El seudónimo con que le ha dado lustre a la poesía es Alma de la Calle.
Tiene en su haber publicados tres libros de poesía y dos novelas, e inéditos otros tantos. Podría haber escrito miles de versos, uno por cada una de las emboladas con que durante medio siglo se ganó la vida y educó a su familia.
Nadie ha tenido nunca un apelativo tan adecuado como el que María Amparo escogió para firmar poemas, novelas y cuentos. En ellos está verdaderamente el alma de la calle. De la calle bogotana, de todas las calles de la ciudad, pero sobre todo de las viejas calles del centro histórico, con sus transeúntes que van o que vienen afanosos, sus basuras a medio recoger, sus cafés atiborrados de conversadores sin oficio, sus edificios antañones, sus alegrías y sus miserias.
Su primer libro (‘Escribiendo como loca’, 1993, Ediciones de Cultura Popular, Instituto de Cultura y Turismo de Bogotá IDCT. Prólogo de Gloria Triana) está firmado con su nombre de pila, e impregnado con ese tono triste, de sabia resignación rebelde que imprime el alma de la calle. En el 2004 el IDCT le publicó en un volumen sus novelas ‘El hijo de la muerte’ y ‘Observando el universo’, firmadas como Alma de la Calle. El mismo año el Ministerio de Cultura, por iniciativa de la ministra María Consuelo Araújo, auspició el libro ‘111 poesías para no morirse, y 3 escritos para María Mercedes Carranza’. Alma de la Calle nos traza su autobiografía en una síntesis tan simple como encantadora:
Alma de la Calle ganó en 1995 una mención de honor en el encuentro de mujeres poetas en Roldanillo (Valle), y el premio Descanse en Paz la Guerra, otorgado por la Casa de Poesía Silva (2003). En las palabras finales del prólogo a sus ‘111 poesías para no morirse’, Alma de la Calle define su canon intelectual y poético: “De los libros espero conocimiento y sabiduría, para poder manejar y abordar mejor mis escritos de narraciones sencillas sobre mi experiencia en la calle”.
Apartes de la columna escrita por Enrique Santos Molano en El Tiempo, 27 de diciembre 2012, titulada “Alma de la Calle”.