Se cumplen 90 años de la muerte de Betsabé Espinel, la mujer que lideró a más de 400 obreras de la Fábrica de Tejidos de Bello, Antioquia, y se convirtió en un referente de las reivindicaciones laborales, tras dirigir la primera huelga femenina de Colombia. En 1920 una mujer trabajadora de veinticuatro años, María Betsabé Espinel (25 de septiembre de 1896 – 16 de noviembre de 1932), puso en el centro de la discusión las condiciones laborales de los trabajadores de la industria textil, y especialmente de las mujeres. Con exigencias contra tratos abusivos de funcionarios administrativos con las trabajadoras, abuso sexual por parte de los capataces y peores condiciones de trabajo que las de los hombres, al ser obligadas a laborar descalzas y recibir menores salarios que el personal masculino, luego de varios intentos, el 12 de febrero de 1920 estalló la huelga de más de 400 obreras en Bello, Antioquia.
A pesar de haber liderado una de las primeras huelgas del país y de haber tenido éxito en sus demandas, la figura de Betsabé Espinel es poco conocida. La escritora Ángela Becerra, le contó a BBC Mundo algunas razones por las cuales se cree que la figura de Betsabé cayó en el olvido durante años. Según Ángela Becerra autora de la novela Algún día, hoy, basada en la huelga liderada por Betsabé, comenta que “Son muchos factores. Uno de ellos es que ella luchó contra un poder político muy fuerte: uno de los dueños de la fábrica era el gobernador de Antioquia, que luego fue presidente de Colombia; otro era dueño de más de la mitad de Antioquia y del país… y también estaba el poder clerical”, explica Becerra.
Gracias a las acciones llevadas por Betsabé y su comité, parte de la historia quedó registrada en la prensa de la época, que se convirtió en un importante apoyo para la consecución de sus reclamos. Sobresale el caso de “El Curioso Impertinente”, un periodista de El Espectador que expresó públicamente lo siguiente: “Honor a esos cientos de jovencitas que han tenido la locura galante y fértil de confrontar la resistencia y furia del capital, sin más equipaje que una buena porción de rebelión y dignidad… Cómo no secundarlas si son heraldos de una provechosa transformación social”.