Tuvo su primer contacto con el barro a muy temprana edad por intermedio de su madre Otilia, a la cual ayudaba a amasar esta materia y elaborar vasijas. Después de unos años en Bogotá, regresó a su natal Ráquira y al taller de su madre. La precariedad de la situación familiar por el mal pago del trabajo las obligó reinventarse: de piezas utilitarias pasaron a crear piezas figurativas representativas de la región boyacense: campesinos con ruanas, casitas típicas, iglesias entre otras. Con estas creaciones se dieron a conocer en los mercados de artesanías de Villa de Leiva y Ráquira. Devota a la Virgen, experimenta con esta figura, hasta que surgen sus famosas vírgenes, que la gente identifico como las “Otilias”. Hoy en día Rosa María las convirtió en su marca propia, homenajeando de esa manera a su madre y gran maestra. En la familia Jeréz se perpetúa en su linaje femenino, la transmisión del trabajo del barro de generación en generación. Las Otilias son reconocidas y coleccionadas en todo el mundo.